Cuando hablamos de la forma de la madera, nos referimos a la presentación de los leños que vamos a utilizar.
Trozos gruesos, delgados, largos, pequeños, etc.
Esta característica también tiene una implicación en el tipo de fuego que vamos a obtener.
Si encendiéramos dos fuegos, utilizando el mismo tipo de madera, pero cada uno con diferentes grosores y tamaños, vamos a obtener fuegos diferentes.
En concreto, las piezas delgadas y pequeñas, son más propensas a generar llamas intensas, y poca brasa que genere calor por radiación.
Tendrán un encendido más rápido, y un tiempo de vida más corto.
Si en otro extremo, tuviéramos una sola pieza grande. La relación de superficie y volúmen haría una llama menos pronunciada, pero eventualmente se convertiría en una brasa intensa de calor radiante.
La idea es nuevamente, entender este principio, para adaptarnos al tipo de madera que podamos conseguir, entender el fuego y el calor que estamos produciendo, y utilizarlo de forma adecuada para un buen resultado.