Uno de los puntos universales de desacuerdo, cuando hablamos de hamburguesas, es el tamaño de la carne.
Algunos prefieren hamburguesas gruesas para un interior jugoso y que permita controlar con mayor efectividad el término interno de cocción.
Otros prefieren hamburguesas delgadas para darle énfasis a la costra y a una superficie dorada.
No existe un peso universal perfecto, pero nos dimos a la tarea de catalogar 3 rangos de peso y grosores ideales para diferentes situaciones:
115 g (¼ de libra), grosor delgado.
El primer rango es el de la hamburguesa delgada. Una carne que tiene una proporción de masa y superficie tal que maximiza el sabor de una costra bien sellada.
Es una carne que no maximizará la jugosidad interna, aunque con una buena proporción de grasa no debe quedar seca. El término de cocción será casi siempre de ¾ a bien cocido, pero la ganancia de tener una gran superficie sellada y dorada bien puede compensar cualquier desventaja.
Es un tamaño ideal para hamburguesas rápidas de cocinar. Perfecta para preparar muchas piezas consecutivas, para una reunión con muchos invitados por ejemplo. Y es el tamaño ideal para hacer hamburguesas dobles. Mismo volumen que una hamburguesa gruesa, pero el doble de costra sellada, y el doble de superficie sobre la cual podemos poner un buen queso.
180 g grosor medio.
Una hamburguesa mediana. Ideal para hamburguesas jugosas pero cocinadas a ¾. El tamaño perfecto para hamburguesas que van acompañadas de otras proteínas o toppings pesados y voluminosos.
220g (½ libra) grosor grueso
Este es el tamaño adecuado para apetitos respetables y presentaciones ostentosas Ofrece un sabor pronunciado de la carne. Es ideal para buscar términos a un máximo de ¾ (más cocidas tendrán una textura seca y demasiado firme por el tipo de corte recomendado).